Estoy asombrada de ver en las
redes sociales a jóvenes que le sirvieron al Señor y, apenas dejaron la
congregación, se alejaron de él, dándolo por sentado a través de imágenes que
denotan un cambio de vida y de actitud. Por
otro lado están los que han dejado el País, que mientras estuvieron aquí
le prometieron al Señor fidelidad en cualquier lugar del mundo, y ahora sus
obras testifican en contra de ellos mismos y los señala como desleales en
tierras extranjeras. No logro entender cómo puede haber tanta separación en el
corazón de alguien que degustó y disfrutó de la compañía de mi Señor. Es como
si un esposo decidiera dejar a su esposa de años sola, por un instante,
mientras duran sus vacaciones en algún País cercano o viceversa. ¿Qué pasó?
¿Acaso se acabó el amor? -es mi pregunta de siempre en estos casos- porque no
concibo que alguien pueda alejarse de Dios bajo ninguna circunstancia, creo que
si yo me fuera al lugar más recóndito de la tierra, allá se iría el amor de
Dios conmigo. Y no solo el amor que Dios siente por mí, sino el amor que yo
siento por él, porque es parte de mí. En la Biblia se menciona a un hombre que
experimento la cercanía con Jesús, tanto; que fue de su círculo íntimo de
discípulos al igual que Juan y Jacobo, y
me refiero a Pedro. Éste discípulo a quien se le había revelado quien era
Jesús, era el único del cual los cuatro evangelios dan testimonio, del énfasis
que él hacia acerca de lo mucho que amaba al maestro, al punto de dar su vida
por él de ser necesario. Tanta era la devoción que Pedro profesaba por Jesús, que fue el único
discípulo a quien Satanás pidió para zarandearlo directamente. Pedro estuvo en
el monte de la transfiguración, y vio a Moisés y a Elías hablando con el Señor
¡que privilegio! Éste discípulo fue el hombre a quien Jesús le cambio el nombre, pues su nombre original era Simón. Jehová
le cambio el nombre a Abraham, a Sara, y a Jacob, pero en el nuevo Testamento
solo a un hombre Jesús le cambia el nombre; a Simón, y lo llama Pedro. Las actividades que Pedro
realizo mientras anduvo con Jesús fueran muchas y resaltantes. Él estuvo cuando
Jesús resucito a la hija de Jairo –un principal de la sinagoga-, cuando detuvo
el flujo de sangre -al instante- que padeció una mujer por doce años. Inclusive
era tan cercano al maestro que llegó a
tener la osadía –que da una amistad muy intima- de reconvenirle o alejar a
Jesús de los demás discípulos para “aconsejarle” a no morir en una cruz, ni
padecer una muerte tan atroz. En pocas palabras Pedro lo que le estaba diciendo
al Señor era “Tú tienes el poder como hijo de Dios para evitarte un dolor de
esa magnitud”. Pedro fue el único hombre que relata la Biblia que camino sobre
el agua, además de Jesús ¡claro esta! Moisés abrió el mar rojo y camino en
seco, Josué abrió el Jordán y camino en seco; pero Pedro se atrevió a mojar sus
pies y caminar sobre el agua. Cuando consideramos todas estas cosas, por
nuestra mente jamás pasa un pensamiento de rechazo hacia Jesús, pero su amigo
intimo; su discípulo –uno de los más activos-, el osado, el que se jactaba –en
su corazón- de amarlo más que los once restantes; de ahí que Jesús al final del
episodio triste de la negación, cuando resucita y se le presenta le hace la
pregunta que marco para siempre la vida de Pedro; ¿me amas, más que estos? Ese
discípulo que tuvo la idea de darle un consejo al maestro ahora le negó tres
veces y ¡ándale! Canto el gallo.
Y es que parece que cuando estamos
con Jesús todo es color de rosas, idílico, no hay miedo y hasta nos sentimos
con ánimos de cortar la oreja a cualquier adversario; pero basta solo unas
horas sin sentir su presencia para que lo neguemos, y hasta tres veces; porque
parece que solo una vez ¡no es suficiente! ¿El peligro? Acercarnos al fuego que
produce el hombre naturalmente. Creo que Juan, el otro discípulo intimo de
Jesús, en vez de hacerle un favor a Pedro, lo que le hizo fue un daño, porque
fue gracias a las influencias que Juan tenia con algunos guardias del
templo, que se le permitió a Pedro
entrar al patio donde estaban aguardando los enemigos acérrimos de Jesús, esos
que no creían todo lo que él predicaba, esos que viendo los milagros que hizo
decidieron odiarlo y rechazarlo, y fue precisamente a esa gente a quien Pedro
se les acerco para calentarse y ya entrado en calor comenzó a relacionarse con
ellos, quedando en evidencia por su forma de hablar. Esto provocó un revuelo en
el patio, cuando descubrieron que Pedro no era como ellos, que había algo
diferente en él que lo relacionaba directamente con Jesús. ¿Y cómo no
relacionarlo con el maestro?, si en esos tres años de cercanía, ya éste hombre
había sido marcado como propiedad de Dios, cuando Jesús lo escogió para ser
parte de los doce como ciudadano del Reino de los Cielos. Solo que parece que
hasta entonces el único que no se había dado por enterado de esa marca
distintiva fue el mismo Pedro. Ya había una advertencia acerca de esa negación,
ADVERTENCIA que Pedro tomo en poco y al igual que este hombre, en la actualidad
hay muchos que le restan valor a las
advertencias que la Biblia resalta hasta que canta el gallo.
Hoy por hoy; hay muchos discípulos negando al maestro
con sus actitudes delante de los gentiles –inconversos - ; creyentes que se
toman el tiempo para calentarse –hacer amistad o relacionarse- con no creyentes
hasta el punto de terminar pareciéndose a ellos, hasta en la forma de hablar.
Creyentes que creen que Dios solo está en su
País de origen y cuando crucen las fronteras no serán vistos, ni oídos
por Él. Creyentes que creen que con sus costosas donaciones a sus
Congregaciones, podrán callar la voz de sus conciencias que le están recordando
a diario lo lejos que están de Dios por causa de sus malas acciones. Me sorprende
ver como músicos de Dios se fueron del País con su bendición y, luego de ser
bendecidos; regresan y lo primero que
traen son botellas de licor para emborrachar con ellas a aquellos que no solo
dudan de la existencia y el Poder restaurador de Dios, sino que dan por sentado
con -muchos argumentos humanos- que la Biblia no es veraz. Mi pregunta es: ¿Donde
quedo la lealtad a un Dios fiel? ¿Dónde quedo el amor que profesaban tenerle?
Porque el amor se demuestra con hechos. Jesús dijo: “Si me amáis, guardad mis
mandamientos” Una vez Dios le dijo a la Nación de Israel: “Cuando entres a la
tierra que Jehová juro a tus padres que les daría, y plantes viñas y bebas del
fruto de la vid, y siembres y comas de los frutos de la tierra, y edifiques
casa, ¡cuídate! De decir en tu corazón; mi fuerza me ha dado todo esto, para
apartarte de en pos de mi; porque YO SOY quien te da el poder de adquirir las
riquezas a fin de confirmar mi pacto” Si Dios nos bendice en cualquier lugar
donde estemos es para confirmar el pacto que nosotros concertamos con él,
cuando decidimos aceptar a Jesús de manera voluntaria. Un pacto es de dos, así
como lo es el matrimonio; por eso a la Iglesia se le llama la desposada –novia-
del Cordero.
El Pacto de redención que
aceptamos de Cristo nos mantiene apercibidos de nuestro estado espiritual, y a
su vez nos mantiene ligados a un propósito en la tierra. Pedro tuvo que haberse
apercibido en su primera negación que estaba caminando por una zona minada, y
que corría el riesgo de explotar. Y así fue. BOOOOM ¡EXPLOTÓ!
Dice la Biblia que a la tercera vez negó al
Señor Jesús con maldición. ¿En qué consistía dicha negación? ¡No lo conozco!
Todos los momentos de alegría que vivió con Jesús, sus aprendizajes, los momentos
en que Jesús discutió con él para que se dejara lavar los pies, porque de lo
contrario no tendría parte con Él en el Reino, la emoción de ver a su Señor
transfigurado frente a él, que lo llevo a tener unas ideas locas de construir
tres enramadas, sus pasos en el agua, y a Jesús mirándolo tiernamente mientras
lo sacaba cuando se hundió; todos esos maravillosos momentos los tiro a la
borda con una simple exclamación ¡No lo conozco! Yo no sé cuantas veces tú has negado al
maestro con tus actitudes y acciones, pero no esperes a que cante el gallo; porque
ese canto no es más que la alarma que se activa para recordarte que tocaste
fondo y traspasaste los límites de la cordura. El canto del gallo te recuerda
que estas en el lugar equivocado y rodeado de la gente menos indicada; y aunque
hay muchas versiones acerca de la descripción de ese gallo, lo indudable fue
que se cumplió la advertencia de Jesús; Pedro lo negó tres veces y ¡ándale! El
gallo canto. En estos tiempos el gallo puede ser una circunstancia producida
por tus malas decisiones; como también puede ser una desgracia familiar, o una
enfermedad terminal. El gallo puede ser la bancarrota en tu empresa o negocio,
y es que a veces somos tan duros con Dios que cuando él nos bendice le damos la
espalda, y luego que todo comienza a ir mal, nos volvemos a él con el corazón
impregnado de enojo, exigiéndole respuestas sin
siquiera detenernos a reflexionar que quizás somos nosotros los
causantes de dichos males; por estar negando al Señor con nuestras actitudes y
acciones. Por mucho que nos congreguemos y tengamos –al igual que Pedro- muchas
actividades en el Reino de Dios, si nuestro círculo de amigos son personas en
cuyo corazón Dios no mora, y nuestros socios son emprendedores en cuyos
corazones no mora el Señor, y la persona que he escogido para casarme no tiene
a Dios en su corazón, entonces ¡alerta! Te estás calentando en el lugar menos
indicado. Y cuando me refiero a que no
tienen a Dios es su corazón, es que; aunque dicen de labios que creen en Dios, sus
acciones, y su manera de pensar y de hablar denota lo contrario.
Seamos testigos del Poder de
Dios, y no neguemos más a Jesús; porque cuando un creyente se relaciona con no
creyentes hasta el punto de participar en todas sus actividades desordenadas -aunque
parezcan buenas y sanas- esta diciéndole a ese no convertido que Cristo no
cambia.
No hay nada más peligroso y que produzca tantos llantos amargos que
negar la obra redentora que Cristo ha hecho por nosotros y en nosotros.
No esperes que cante el gallo
para darte por enterado que negaste al maestro; porque una vez, es más que
suficiente.
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Redacción: Ana Maria Melean
Diseño y Fotografía: Jesús Baldonedo