Necesitamos conocer todo aquello
que de nosotros no le agrada al espíritu santo.
Muchas veces le decimos al Espíritu
Santo ¡Señor; hoy toma más de mi… toma todo de mi! Pero aveces no nos detenemos
a observar que es lo que el Espíritu Santo está tomando de nuestro ser.
De repente le decimos a un amigo
o un familiar ¡Ven! Pasa a mi casa y toma lo que desees; pero no nos detenemos
a ver ni preguntamos qué es lo que realmente le gustaría llevarse. La persona
toma lo que nosotros le estamos permitiendo pero si nos preguntan ¿Qué fue lo
que llevo? Diremos, No sé. Aveces hasta solemos responder “bueno lo que se
llevo era lo que necesitaba”, y la tarea de averiguarlo es tan aburrida, considerando lo ocupados que estamos, que no le damos
importancia.
Es por ello que día a día nos
encontramos en oración diciéndole al Espíritu Santo “toma más de mí”. Y la mayoría
de las veces se convierte en una liturgia desesperante. “Espíritu Santo; ¡toma más
de mí! ¡Toma más de mí! Toma más de mí”. Pero no nos hemos detenido a
observar como se está moviendo el Poder del Espíritu Santo en nuestro interior.
Solemos pensar o creer que al
decir ¡toma más de mí! Llegara una varita mágica y ¡zas! Se desaparecerá un
pedazo de nosotros. Pero pasa el tiempo y seguimos sintiendo esa oleada de
fuego en nuestro interior que nos recuerda que hay algo dentro de nosotros que
anhela ser quitado; pero nada ha pasado.
Toda transformación es dolorosa y se toma su tiempo.
Hasta que nosotros no nos dediquemos
a observar lo que el Espíritu Santo está tomando de nosotros y, entendamos el
porqué lo está haciendo, no podremos ver el resultado del proceso de Dios en
nuestras vidas. ¿Por qué a muchos no nos gusta observar? He aquí algunos significados
de esta palabra.
OBSERVAR:
Examinar atentamente.
Mirar con atención y cautela.
Darse cuenta de algo. Percatarse.
A muchos nos cuesta observar
porque en la mayoría de los casos creemos que estamos bien. Otros evadimos la observación
por el temor de encontrarnos con alguna sorpresa no grata. Y los llamados súper
dotados o “espirituales” deciden no observar ya que en oración “todo” se lo
entregan al Espíritu Santo con el argumento de que “Dios me conoce y por ende él
sabe lo que necesito entregar”; y eso es una realidad, Dios sabe que necesitamos ser depurados y transformados en distintas áreas de nuestro ser, pero si
solo eso bastara entonces el Apóstol Pablo no nos mandaría a ser “Sacrificio Vivo”.
La carta a los Romanos en el capítulo
8 versículos 26 y 27 nos habla de que aunque en muchos casos el Espíritu Santo
intercede por nosotros con gemidos indecibles cuando no sabemos pedir “como
conviene”, y que solo el que “escudriña” los corazones sabe cuál es la intención
del espíritu. De la única manera en el
cual nosotros empezaremos a conocer la intención del Espíritu Santo en nuestras
vidas será cuando empecemos a escudriñar nuestro corazón (mente, nuestro ser
como un todo).
El Rey David después de tantos
sinsabores en su reinado (mas por sus errores que por las circunstancias) llego a decirle a Dios “Hazme
saber el camino por donde ande, porque hacia ti he elevado mi alma” Salmo
143:8. Sabemos que aquí, el termino camino significa “conducta, pensamiento,
intenciones, proceder”.
Proverbios 8:34,35 dice: “Bienaventurado
el hombre que me escucha, velando a
mis puertas cada día, aguardando los postes de mis puertas, porque el que me
halle, hallara la vida y alcanzara el favor de Jehová”. Vemos que dice “velando”;
es decir, observando a mis puertas cada día. Este texto hace alusión al
creyente que en su comunión diaria con el Espíritu Santo está dispuesto a no
solo escuchar sus consejos, sino a velar, observar, aguardar en su interior
sobre toda la obra que el Señor este haciendo.
El Espíritu Santo nunca toma nada a la fuerza.
En proverbios encontramos a Dios
diciendo: “Hijo mío dame tu corazón”
no dice: “lo tomare porque es mío”; es por ello que cada área que nosotros le
estamos ofreciendo al Espíritu Santo no serán tomadas por él a menos que
nosotros mismos se lo entreguemos. Debemos cambiar la denotación de la palabra
toma y darle una connotación. Ejemplo de ello: Cuando decimos Espíritu Santo “toma
más de mi” le estamos dando el sentido denotativo AGÁRRALO AUNQUE YO NO QUIERA…
AUNQUE ME DUELA.
Pero si le damos a la frase “toma
más de mi” el sentido connotativo, estamos ofreciendo al Espíritu Santo las áreas
de nuestras propias manos. Es como quien compra un hermoso regalo y cuando ve a
la persona agradada le presenta el obsequio y le dice “tómalo, es para ti”. Es
tiempo de empezar a entender que sacrificar nuestras áreas a Dios debe ser
nuestro deleite; porque ningún sacrificio en la antigüedad fue motivo de
tristeza, por el contrario; se sacrificaba a Dios lo mejor… de lo mejor que tenían.
Cuando decidimos entregar nuestro
ser al Espíritu Santo necesitamos entender que, tanto nuestras debilidades,
como nuestras potencialidades serán recibidas por él. No solo espera que le
entreguemos todo lo que a él no le gusta
de nosotros, sino aquello que también nos gusta para que al final Dios sea el
que dirija en unidad con nosotros toda
nuestra vida; y entonces le encontraremos sentido a la vigilancia, a la observación,
y con alegría cada día le diremos: Espíritu Santo, hoy te regalo todo lo que
soy, tómalo de mi mano, porque sé que en tus manos mi vida está segura.
Quizás las actitudes que a Dios
no le agradan de ti, son tus favoritas; por ello te ha costado tanto renunciar
a ellas esperando que el Espíritu Santo las tome, porque tú jamás las entregarías
voluntariamente. Él te conoce tan bien que sabe lo que estás dispuesto o
dispuesta a darle, y te ama tanto que tiene un trato especial contigo para
hacerte entender lo que desea de ti.
El tumor cuando se extirpa duele… pero luego viene la sanidad. Aun estas a tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Redacción: Ana Maria Melean
Diseño y Fotografía: Jesús Baldonedo