miércoles, 5 de junio de 2013

La Carrera del Tiempo.

Cierto hombre se levanto muy de mañana, ensillo su corcel, le coloco toda la carga que llevaba y se dispuso a recorrer cabalgando 6 km   hacia la salida donde encontraría el vehículo que lo llevaría a la ciudad.  El corcel  iba galopando tranquilamente hasta que llego a un desvío, donde cada madrugada lo dirijia su  jinete para arriar el ganado. 
Esa mañana el destino era otro; y es por ello que luego que el hombre forzara al corcel a tomar un  nuevo camino, aun desconocido para el animal, éste comenzó a tratar de devolverse de una u otra forma. Cada vez que podía, se pegaba a los linderos que separan un potrero de otro ocasionándole  aruños al hombre. En otras oportunidades se detenía a comer pasto en el camino y pasaba minutos sin siquiera intentar moverse; provocando una lucha campal entre él y  su jinete por ganar el control de la situación.
El hombre comenzaba a cansarse,  mientras el sol  brillaba en su máximo esplendor convirtiéndose en un huested indeseable, las horas transcurrían;  solo jinete y corcel habían recorrido menos de 2 km y el tiempo convirtiéndose en su peor enemigo le recordaba al hombre que la salida aun estaba lejos y cada minuto de lucha entre ambos (corcel y jinete) sería  contraproducente.
Fue en ese instante cuando el hombre lleno de impotencia, rabia y decepción anhelo no solo bajarse del corcel, sino soltarlo sin importar que este se perdiera.
En ese preciso momento escucho una voz en su interior que le dijo: “Así me he sentido yo contigo… Y muchas veces he querido soltarte y esperar que te pierdas”.  El hombre entendió que esas palabras provenían de la misma boca de Dios y que todo lo que estaba viviendo con su corcel no era más que el reflejo de la lucha que Dios a diario tenia con el.
Aquel hombre bajo del corcel y comenzó a llorar.
Muchas veces pensamos que tenemos toda una vida para lograr lo que queremos y nos olvidamos del tiempo y de lo valioso que este es para Dios. Tanto que al igual que el corcel buscamos nuestro propio camino egoístamente, creyendo que la libertad nos da el derecho de postergar los planes de Dios.  Hay quienes piensan que Dios debe esperar por ellos; y hay quienes se dan a la tarea de jugar a saber quién  puede más, y en muchos casos subestiman al Creador del cielo y de la tierra hasta hacerlo enojar.
El Señor dijo: “MISERICORDIA QUIERO Y NO SACRIFICIOS”.
¿Quién es el hombre para que enoje a su creador? ¿Quién eres tú, para tomar decisiones de espaldas a Dios sabiendo que te debes totalmente a él?
Dios no merece sufrir  por nuestras rebeliones ni por nuestras actitudes egoístas y vanas. El no merece que le hagamos sentir dolor por causa de nuestras desobediencias y obstinaciones.
Y quizás muchos  dirán…¿Pero cómo puede un ser supremo como Dios sentir dolor? Cuando Dios ordeno la tierra y creó al hombre y a la mujer, y estos desobedecieron su mandato y fueron expulsados del huerto del Edén, la tierra comenzó a poblarse y los hombres comenzaron a pervertirse de manera tal que a Dios le DOLIÓ EN SU CORAZÓN el haberlos creado.
La biblia dice “Porque como pecado de adivinación es la rebelión y como ídolos e idolatría la obstinación” 1 Samuel 15:23. Cada vez que el ser humano empieza a hacer las cosas a su manera, olvida que el único que conoce el futuro del hombre es Dios, y solo él lo revela a quien quiere.
Adivinación es todo aquello que le lleva al hombre a desear saber todo sobre el pasado, presente y futuro sin haberlo vivido.
Obstinación es la actitud que asume una persona para llevar a cabo sus planes por encima de lo que sea, este errado  o no. Y estas dos condiciones del ser humano son las que Dios desaprueba y lo lleva a confrontarte. Sin embargo la confrontación de Dios es el último recurso que el emplea en una persona para hacerle entender su propósito y llevarlo a meditar en su proceder, ya que solo su confrontación descubre las verdaderas intenciones y los verdaderos pensamientos del hombre.
¡Cuántas veces hemos enojado a Dios, y le hemos hecho saber con nuestras actitudes que su propósito no nos importa!
El ser humano acostumbrado a su autosuficiencia traza metas para su vida y le cuesta dejarse dirigir. El corcel por naturaleza es rebelde y obstinado; no le gusta sujetarse y continuamente busca devolverse, es fuerte de carácter y por ende desprecia la dirección.
Dios, en cambio, condena la rebelión, y la obstinación esperando del hombre y de la mujer sometimiento, sujeción y obediencia. Tu carácter debe ser determinante solo para decidir hacer lo correcto y continuamente buscar direccionar nuestras vidas a través de la presencia de Dios y de sus consejos.
Dios ya ha trazado una meta  para nosotros y él espera que la aceptemos con agrado, aunque no estemos seguros o no sepamos el fin o los planes que tiene preparado de antemano. En eso se basa la confianza. En descansar seguros de que él es bueno y quiere para nosotros lo mejor.
Preguntémonos; es Dios nuestro Amigo o Enemigo?. Y luego que nos respondamos entonces seamos sinceros con nosotros mismos y con Dios.
“Cuando te convenzas de que Dios nunca se equivoca, entonces dejaras de equivocarte tu”.
Recuerda que no somos los dueños del tiempo sino administradores del mismo.

"El tiempo corre y es DIOS quien cabalga sobre el."

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Redacción: Ana Maria Melean
Diseño y Fotografía: Jesús Baldonedo