
Analizando el contexto cultural de esa época puedo entender que ambos actuaron en su momento de manera razonable. Leyendo la oración del Padre Nuestro y orando en mi negocio, el maravilloso Espíritu Santo me trae un rhema, es decir; hace que está palabra cobre vida en mi espíritu «El PAN NUESTRO de CADA DÍA dánoslo HOY». Jesús cuando oro usó de éste recurso que por derecho le corresponde a un hijo en la herencia. Fue el mismo recurso que activó el joven protagonista de la parábola del hijo pródigo. El tenía derecho a recibir su herencia sin ningún impedimento, sólo que éste derecho podía ser contraproducente si se solicitaba con las intenciones equivocadas, que fue lo que aconteció con éste joven quien a la hora de hacer dicha solicitud no pensó en invertir o seguir produciendo para el beneficio de la familia, sino que por en contrario él pensó en disfrutarlo todo con sus « amigos» quienes (puedo cometer el atrevimiento de suponer) influyeron mucho en ésta desicion que lo lleva a darle rienda suelta a su insensatez juvenil. Y digo «insensatez juvenil» porque ¿Qué joven de hoy dia no quiere tener dinero para malgastar? ¡Si! Malgastar; que es lo mismo que estar gastando en aquello que es innecesario, efímero.
Si realizáramos una encuesta con la siguiente pregunta: ¿Su te obsequiaran una cuantiosa suma de dinero, que harías con ella? La mayoría de esos jóvenes responderian lo siguiente. « Me compraría un vehículo» otros «Me compraría el celular de última generación que esté en el mercado» alguno diría «Me compraría mucha ropa de marca y zapatos» Los más osados te dirían « Me iría de viaje con mis amigos a recorrer el mundo» y quizás uno o dos te dirían « Compraría una casa para mi o para mis padres? Pregúntate por un minuto ¿Con cual grupo te identificas? Y es que el joven en lo que se fija es en su necesidad apremiante, ya que es egocéntrico por naturaleza; pues su mente está cargada de muchos deseos que se encuentran encerrados, y cuando le asomas la posibilidad de llevarlos a cabo, eso representa una puerta llamada libertad. Es por eso que el Apóstol Pablo en una de sus epístolas hace énfasis a no usar la libertad como ocasión para darle rienda suelta a los deseos de la carne, recomendación que aún sigue en vigencia hasta el día de hoy.
La disciplinada administración y la autoridad de su padre no le permitían a éste joven protagonista de la parábola desenfrenarse y el quizás sentía que no era justo, y es por ello que usó del derecho y reclamó toda su herencia. Y como « Tal es el corazón del hombre, así es él» según Proverbios, lo primero que éste joven hizo fue irse de su casa, buscar a sus amigos y malgastarlo todo en mujeres, bebidas y parrandas.
Lo triste de esta historia es que cuando se acabó el dinero, también se acabaron los amigos. Dios siempre va a permitir que se te acabe todo el dinero y de ese modo separarte para siempre de tus «amigos» por que es de la única manera que puedas ser próspero. Fue apacentando cerdos donde éste joven entró en razón y se acordó de todos los beneficios de tener una casa, un padre y una familia.
La administración es la profesión que pocos jóvenes quieren estudiar porque tiene que ver con muchos números y te explota el cerebro. Típico; ¿A quien le gusta detenerse a pensar de manera reflexiva? ¡A pocos! Los números te mantienen alejados de los conflictos y traen orden. Cuando nos dedicamos a sacar cuentas de los errores que hemos cometido y de las consecuencias que han ocasionado dichos errores procuramos corregir nuestra forma de pensar y por ende de actuar.
Dios siempre ha procurado que sus hijos sean buenos administradores, y es por eso que dentro de la oración del Padre Nuestro encontramos está hermosa frase « El pan nuestro de CADA DÍA dánoslo HOY» Jesús no le estaba pidiendo al Padre el pan del vecino, ni en pan de los ángeles; el PAN que Jesús respetuosamente estaba demandando en dicha oración era la porción que Dios tiene reservada para cada creyente. Hay en el Reino de Dios una cuenta de ahorro habilitada para cada hijo y mientras más incrementes esos ahorros en los cielos mayor será su acumulacion a tu favor; Jesús dijo: No hagáis tesoros en la tierra donde el orín corrompe, haceos tesoros en los cielos, donde los ladrones no minan ni hurtan. Es por ello que el diezmo, la ofrenda y todo el bien que hagas a tiempo y fuera de tiempo se convierte en ese ahorro que se acumula en el Reino a nuestro favor.
Ahora bien; Jesús no hablo de «El pan nuestro dánoslo HOY» como su sólo tuviéramos una porción para ese día. Jesús dijo: « El pan nuestro de CADA día» ahí esta el secreto; Jesús lo que estaba diciendo en la oración era «Padre, estoy preparado para administrar los recursos que tienes destinados para alimentarme por esta semana. Danoslo HOY; es decir, lo administrare de modo que cada día habrá alimento ( pan) en mi casa. El hijo pródigo lo pidió todo y lo malgasto en un instante , no pensó en los días por venir y por ello sufrió el hambre y la pobreza que trajo su alocada desicion. Jesús en cambio nos enseña a orar convenientemente, consciente de la responsabilidad que tenemos de administrar los recursos que el Padre nos ha entregado. Ahora bien; el detalle del ¿ Porque el Padre aveces no suelta esos recursos? La respuesta es muy sencilla. El Padre sabe que la intención de nuestro corazón no es la correcta, y por eso nos bendice a cuenta gotas. ¿Es Dios injusto? ¡Claro que no! Precisamente porque él es bueno y justo evita que despilfarremos lo poco o mucho que tengamos en las reservas del Reino. El Apóstol Pablo escribió: « En tanto que el heredero es niño, en nada difiere de un esclavo aunque es dueño de todo» parafraseando sería «Mientras el heredero sea inmaduro pensando y actuando de manera infantil, en nada se diferencia de aquel que no tiene derecho a nada, aunque sea dueño de esta gran fortuna». Y luego nos quejamos con Dios y lo hacemos responsable de nuestra situación económica. Debemos estar conscientes de que todo lo que llega a nuestras manos es de parte de Dios para administrarlo.
Y aveces hasta de manera irreverente lo cuestionamos con preguntas como: ¿Porque aquel varón tiene prosperidad y yo no? La respuesta es muy sencilla; Porque aquel varón a madurado y le ha demostrado a Dios que está preparado para administrar su herencia. ¿ Y cómo se puede saber eso? ¡Fácil! Dios le ha pesado el corazón. Debemos entender algo nosotros los hijos, y es que nuestro Padre no puede ser burlado. Hay muchos que están preparados para administrar sus riquezas, pero tienen un pequeño problemita ¡No le quieren dar la Gloria a Dios! Se jactan en su trabajo, dándole la gloria a sus esfuerzos y a su brillante genialidad y a sus habilidades. Como Dios conoce el futuro de todo lo creado, él le advirtió a los israelitas lo siguiente: « Cuando entres a la tierra que yo te daré, y luego que habites casas y comas del fruto del campo y bebas de la vid; ¡cuidate! de decir en tu corazón mi mano (esfuerzo) me dio todo esto; porque yo soy quien te da el poder de adquirir las riquezas a fin de confirmar mi pacto. Imagínate; el poder de adquirirlas , ni siquiera de hacerlas. Ya nuestra riqueza está hecha en el Reino de Dios, sólo la desata
1) La intención correcta del corazón.
2) La madurez para administrarla. Y estos bienes bien administrados son lo que nos darán alimento, vestido, calzado y bienestar todos los días de nuestra vida.
El hijo mayor cuando se le acerca al Padre en un tono de reproche argumenta « A mi no me has dado nada para gastarlo con mis amigos, y a éste que lo malgasto todo le preparas fiesta y banquete» pero que conmovedora respuesta le dio el Padre a este muchacho que a pesar de tener guardado en su corazón los mismos deseos de su hermano menor, decidió obedecer por amor a su Padre. Yo imagino por un momento al Padre rodeándolo con su brazo y mirándolo con ternura a los ojos diciéndole: Hijo; todo lo mío es tuyo; todo. Ya el joven rico no tenía nada; lo único de valor que se le devolvió fue la familia. El anillo representativo de su autoridad como hijo; el vestido y el calzado representativo de un cambio de vida. Ya no sería más un mendigo sin familia sino que podía vivir dignamente; pero todo lo que quedaba de la herencia le correspondía al hijo mayor, y sobre todo la confianza del Padre quien vio en el hijo mayor las cualidades de uno que le daría continuidad al negocio que brinda bienestar a la familia.
Lo único que Dios pide de nosotros es que seamos hijos dignos de confianza. Cuando Jesús estaba en la tierra llevando a cabo su Ministerio el Padre dijo de él lo siguiente: «Éste es mi Hijo amado, en quien me complazco». Brindarle complacencia a nuestro Padre Celestial es lo que debe predominar en nuestras vidas.
Esa es la madurez que se amerita para administrar nuestros bienes espirituales y materiales y de ese modo nuestro Padre será glorificado en nuestras propias vidas.
Gracias por invitarnos a compartir esta reflexion, Ana. Sabia y muy oportuna!, nos guie el Señor en el manejo apropiado, sobre cada provision de Su Gracia que nos es estregada,tal como nos guia Su Palabra en tu nota, que podamos madurar esa area de buenos administradores tan necesaria en nuestra vida familiar, ministerial y como ciudadanos: Hijos que llegan a influenciar para bien cada area de territorio q El Padre nos conceda disfrutar. Un enorme abrazo, bendiciones!!
ResponderEliminarAmen mi hermana. Créame cuando le digo que este hermoso articulo aun a mi misma me ha llenado las veces que lo he leído. Todavía hay mucho que aprender del Señor. ¡Bendecida!
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