¿Cuántas veces se nos ha dado la
oportunidad de hacer lo correcto? Muchas.
Y más aún, cuando sobre nuestros hombros reposa una gran
responsabilidad, que abarca a muchos en
nuestro entorno. Eso mismo estaba aconteciendo en el capítulo 6 del libro de
Josué. A Josué como sucesor de Moisés se le había asignado la tarea de
conquistar todos los territorios que Dios le había prometido a Abraham, Isaac y
Jacob y repartírsela a los descendientes
pero; dichas conquistas debían realizarse mediante fuertes guerras, pues
sus actuales ocupantes denominados en la biblia como heteos, heveos, jebuseos,
cananeos, zifeos etc., eran gente sanguinaria y muy paganas que no
cederían sus tierras sin derramamiento
de sangre. La primera ciudad que debía ser tomada era Jericó, una ciudad que
estaba fortificada por un anillo doble de muros, el externo de casi dos metros
de grueso y el interno de casi cuatro; donde se colocaban tronco a lo largo de
estos, apoyando casas sobre las paredes. Debido a que Jericó estaba construido
sobre un monte, solo podía ser tomada al subir por una pendiente pronunciada,
lo cual colocaba a los israelitas en una posición de gran desventaja. Los que
atacaban una fortaleza así como Jericó normalmente usaban un sitio de varios
meses para forzar que la ciudad se rindiera a través del hambre.
Los habitantes de Jericó -según
la biblia-, temblaban dentro de esas
grandes murallas, porque el temor de Jehová había caído sobre ellos; pues la
fama del paso del Jordán ya se había propagado por todo esos territorios. Lo
difícil era entrar a Jericó y fue por eso que Dios dio la estrategia para tomar la ciudad. Jehová Dios
hizo lo imposible, y a los israelitas le toco hacer lo posible. Cabe resaltar
que cuando la biblia habla de todo el pueblo que entro a tomar Jericó luego que
los muros cayeron, solo fue la gente de guerra y los sacerdotes con el Arca del
Pacto y sus bocinas. Era la gente de guerra
la que estaba bajo la orden de Dios a través de Josué de no tocar el
anatema. La responsabilidad recaía sobre los príncipes de Guerra y sus tribus.
El trabajo fue arduo. Darle siete
vueltas a una ciudad en un mismo día, para que luego que cayeran los muros
entrar a desbastarla, conscientes de que los que estaban dentro de ella iban a
defender sus vidas y pelear hasta el final requería de un gran desempeño. Fue
una guerra sangrienta; ver caer hombres, mujeres y niños no debió ser nada fácil para los
israelitas; pero esa era la orden. Entonces; después de esa ardua labor a un
hombre le pareció muy poca cosa la orden de Dios de no tocar el anatema, sino
que lo vio, lo deseo, lo tomo y lo trajo a su tienda para enterrarlo. ¿Ahora la
pregunta que me hago? ¿Como un solo hombre pudo cargar una túnica real que
estaba adornada y quizás bordeada con joyas preciosas, además de cargar 200
siclos de plata y un lingote de oro de 50 ciclos de peso real? Para que Acan
lograra trasladar todo este botín tuvo
que: 1) Apartarlo y esconderlo cerca de
los escombros para volver luego y trasladarlo a su tienda. 2) Hacer una reunión
en su casa e informarles del asunto a su familia buscando el apoyo para el
traslado. Porque, era imposible hacer ese traslado a su tienda delante del
resto del pueblo, ya que se escandalizarían y terminaría Josué notificado del
asunto y traería un gran problema para Acan. Pero tuvo que acontecer una
situación dolorosa para Josué y la Nación de Israel para que el pecado de Acan
saliera a flote. 30 hombres de guerra, de los mejores, los osados y sobrados;
los más valientes cayeron muertos por los habitantes de Hai, y un resto le dio
las espaldas en una huida muy vergonzosa a un pueblo menor en ejercito, y en
estrategias; y ¿todo por qué? Porque Israel había pecado. Se había activado una intermitencia de pecado
a nivel espiritual que traía consecuencias a nivel físico. Afortunadamente
Josué como buen líder se fue a la persona correcta a buscar explicaciones; y
Dios le muestra la gravedad del asunto y le da las indicaciones para resolver
el problema.
En la Biblia encontramos a muchos
que escondieron sus deseos pecaminosos y atrajeron terribles consecuencias para
sus familias y entornos. Uno de estos hombres fue el Rey David. En cierta
ocasión huyendo de Saúl fue a la ciudad sacerdotal llamada Nob (1 Samuel
22:9-19) y estando en esa ciudad le mintió al Sacerdote principal al punto que
le dio aun la espada de Goliat, creyendo este sacerdote la mentira que David le
dijo sobre una incursión que el Rey Saúl le había encomendado en secreto. Lo
tremendo es que David consciente de la presencia de uno de los pastores de
Saúl, siguió con su plan de abastecerse de pan en Nob y seguir su camino de
huida. Esta acción irresponsable de David trajo fatales consecuencias para
estos 400 inocentes sacerdotes; ya que Saúl al ser avisado de la estadía de
David en Nob, inmediatamente vino y el
mismo mando a matar a todos, incluyendo sus familias. Todo por una
mentirilla piadosa. Porque, a veces
creemos que Dios tiene una balanza para
el pecado; cuantos pesan más y cuantos pesan menos. Para Dios el pecado pesa lo
mismo. Es para nosotros que el pecado tiene un peso diferente; y dicho peso lo
determinan las consecuencias que el
pecados ocasiona. En 1 Samuel 22:22 David reconoce que esta masacre
sacerdotal fue su culpa.
Algo que debemos saber es que la
Biblia dice en Proverbios 28:13 “El que
encubre sus pecados no prosperara; mas
el que los confiesa y se aparta alcanzara misericordia”. Lo primero que
destruye el vallado de Dios sobre nuestras vidas es el pecado oculto. Debemos
diferenciar el pecado oculto del pecado por deslizamiento; ya que el pecado por
deslizamiento es el que el creyente comete con conciencia, por debilidad, pero
inmediatamente al ser redargüido por el Espíritu Santo a su espíritu se
arrepiente y se aparta. Pero el peligro del pecado oculto es, que este se
ejecuta con consciencia pero aunque el Espíritu Santo le redarguye directamente a su espíritu, el creyente hace
caso omiso al Señor, porque en su corazón ha determinado seguir con la práctica
indebida, hasta que es sorprendido y sale el pecado a flote. Casi siempre es
bajo un marco referencial dramático, vergonzoso y triste. Tres cosas que toca
satanas cuando el vallado de Dios no está en la vida del creyente por causa del
pecado oculto.
1) Los
bienes materiales.
2) Los
Hijos
3) La
carne .(el cuerpo)
Cuando David
peco con Betzabeth y cayó en adulterio seguidamente de homicidio, satanás
destruyo a sus hijos e hijas, y por medio de su propio hijo Absalón tomo sus
bienes materiales; cuando se rebelo
contra él; y su propio cuerpo por cuanto premedito con alevosía el asesinato de
Urias heteo, su fiel soldado. En el Salmo 51:8 David orando a Dios dice: “Hazme
oír gozo y alegría, y se recrearan los
huesos que has abatido” Debemos entender
que no hay cosa que le produzca más indignación a Dios que el pecado oculto. David
pretendía ocultar su pecado enviando a Urias a dormir con su mujer, obligándolo
en tres ocasiones por medio de la manipulación y la persuasión a violar la ley
de los guerreros de no tocar mujer mientras estuvieran en la guerra. Lo mismo aconteció en los tiempos de
Ezequiel, cuando profetizó la deportación y el juicio inminente de Dios a los
reyes de Israel y Judá por causa del pecado de ellos, pero lo más terrible fue
que tuvo que mostrarle el pecado oculto de los sacerdotes que ministraban en el
templo; pues en sus habitaciones personales tenían sus altares y adoraban a
otros dioses, dejando a Dios de lado. Lo tremendo es que este pecado no se veía
hasta que Ezequiel comenzó a sacarlo a la luz.
Los sacerdotes
estaban llamados a enseñar las leyes al pueblo. Dios coloco los sacrificios de
expiación como medida para santificar al pueblo cuando pecaba; pero ellos
tenían la ley; y esa era el mejor medio para evitar tropezar con el pecado.
Solo que su deseo de hacer lo malo era más fuerte que su deseo de obedecer; es por
eso que siempre ponían la mirada en los corderos que pastaban en los campos o
en los corrales como el salvo conducto
para el pecado que ellos pudieran cometer. Ahora entiendo porque Aarón entraba con el
incensario a adorar a Dios en el lugar santísimo para perfumar el lugar donde
él estaba adorando porque por tanta sangre el olor para Dios era insostenible;
no porque la sangre oliera mal, sino por el propósito por el cual se estaba
haciendo esa masacre de animales. Esa sangre olía a pecado deliberado. Cuando hay pecado oculto aun la alabanza
para Dios es abominable. El salmista
decía: “En los íntegros es hermosa la alabanza” Porque aun hay muchos que
“alaban” a Dios para desviar su atención del pecado que tienen en sus vidas.
Y esto me
recuerda a una situación muy similar que se presento en el huerto del Edén hace
miles de años. Considero según mi percepción personal, que fue en edén el lugar
donde el hombre intento ocultar su pecado por primera vez. Cuando Eva come del fruto prohibido y le da a
Adán y este come, dice la biblia que se les abrieron los ojos y se dieron
cuenta que estaban desnudos. Ellos antes de pecar estaban rodeados de la gloria
de Dios. Ellos no se veían a sí mismos
sino a Dios en ellos, por eso que al desobedecer y verse a sí mismos desnudos
lo primero que se les ocurrió fue cocer una hojas de higueras haciéndose
delantales y tapar su desnudez. El asunto fue que ellos pensaron que haciendo
esto Dios no se daría cuenta de su pecado. ¿Y cuántas veces nosotros como hijos
en el huerto (estado consciente de Dios) no hacemos lo mismo? Nos cocemos hojas
de higuera para tapar solo el frente es decir; lo que aparentemente se ve. Adán y
Eva cuando estaban el uno frente al otro solo veían eso, el frente; pero Dios si ve todos los
flancos, el frente y la retaguardia del ser humano, de modo que Dios vio lo que
ellos no habían tapado. Muchas veces
como creyente nos cuidamos de mantener las apariencias y el qué dirán; pero
¿cómo está la retaguardia, es decir; lo que sólo Dios ve? Si hay hojas de
higuera en tu vida es porque hay un pecado que estas ocultando.
Fue tan fácil
para Acan enterrar ese lingote, ese manto y esas piezas de plata en su tienda; involucrando a su familia, a
sus hijos y luego salir con su cara bien lavada a la guerra como si nada
hubiera pasado. Si Dios no le dice a Josué lo que Acan había hecho, éste hombre
jamás se lo habría dicho. Desde el momento que se notifica a todo el pueblo que
se halló anatema escondido, Acan debió declarar su pecado. Y cuando comienzan a
echar las suertes y cae sobre la tribu de Judá Acan se queda en silencio, Luego
la suerte cae sobre la familia de Carmi y Acan nada que abre la boca, hasta que por
fin cuando la suerte cayó sobre sí mismo y Josué lo obliga a confesar es que
Acan reconoce su pecado. No me quiero ni imaginar la cara de los familiares de
éste hombre cuando las suertes prácticamente lo estaban apuntando. ¡Qué gran
turbación! la que sintieron los de la tribu de Judá, y todos los de la familia
de Carmi. Y es por ello que Josué lo sentencia a sufrir la misma turbación que
él les causó. Es triste ver como muchas
de las duras circunstancias que nos suceden son producto de algún lingote de
oro oculto, y que también en muchos de los casos ni siquiera son notificados a
la familia o al matrimonio, ni a los pastores, ni a los padres. Por eso
siempre la oración ante cualquier circunstancia debe ser Señor; ¿que está
produciendo esta situación en mi casa o en mi matrimonio o en mi familia? Dios
está siempre interesado en revelar lo oculto por el bien de nosotros mismos. La complicidad en el pecado oculto, nunca
será la mejor opción. Y como muestra del castigo, la tierra se abrió y se
trago vivo a Acan, a su esposa e hijos. Dios no es injusto; él jamás tendrá por
inocente al culpable o viceversa. La biblia dice que ciertamente “el alma que
pecare, ésta morirá”. Aquí hubo un pecado corporativo, y por ende la sentencia
en dicho juicio también fue corporativa.
Del mismo
modo, al final, el pecado que Adán y Eva quisieron tapar con hojas de higuera
trajo un peso tal, que solo Jesús algún día nos dirá cuanto le peso esa Cruz
donde fue crucificado.
A David le
peso tanto ocultar su pecado que le suplicó a Dios que lo limpiara de sus
maldad, y que no le quitara a su Espíritu Santo. El peso del lingote de Acan
fue tal que perdió la familia, su reputación como príncipe de guerra y su
propia vida. Si Acan tenía una situación económica precaria al punto de ver el
lingote, el manto y las monedas de plata como la vía para salir de su problema,
se equivoco; esa no era la vía. Si David justificando su piedad como rey de no
cumplir la ley de las adulteras sobre Betzabeth haciéndola pasar por inocente,
y trayendo toda la responsabilidad sobre él como Rey decidió matar a Urias se
equivoco. Esa no era la vía.
La desobediencia nunca ha sido la vía para
alcanzar nada de parte de Dios. El pecado es pecado y punto. Lo que Dios
denomina anatema es anatema; aunque ante nuestros ojos se vea bonito, agradable
o deseable. Anatema es todo aquello que Dios no te ha mandado a tomar, porque
lo que nunca sabremos es si ya eso que quizás hemos visto y deseado, Dios lo
tiene reservado para alguien más, o mayor aun, esté reservado para su tesoro
personal.
Nuestro deseo debe estar alineado a la
voluntad de Dios y más cuando hay un peso de parte de Dios sobre nuestros
hombros que tienen nombres y apellidos. Hay muchas guerras que librar aún y
muchos territorios que conquistar y ayudar a poseer, por eso la demanda de ser
obedientes en cada conquista va a ser siempre mayor de parte de Dios.
Es
mejor confesar que ser sorprendidos.
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Redacción: Ana Maria Melean
Diseño y Fotografía: Jesús Baldonedo